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Los ratillos del güende

ETA da por finalizado el "alto el fuego permanente"

Muchas cosas se han oído y leído en los últimos días sobre la finalización de la tregua, destaca sobre todo el apoyo continuo del PP al gobierno... por cierto incumpliendo el famoso Pacto Antiterrorista que en su artículo 1º deja claro que "Al Gobierno de España corresponde dirigir la lucha antiterrorista".

Como cuestión de interés, encuentro vía Guerra Eterna un enlace a un artículo de Alberto Surio en el Diario Vasco que me parece de una gran importancia y que, como es "lógico", pasará desapercibido para el españoles de bien que no accedan a este medio. Lo copio íntegramente:

ETA rompe el alto el fuego tras rechazar PSE y PNV sus exigencias sobre Navarra
Batasuna planteó en sus conversaciones que el PSN apoyase en un referéndum en 2010 un marco autonómico vasco-navarro. El Gobierno intuye que ETA tomó la decisión el pasado verano.

ALBERTO SURIO/

SAN SEBASTIÁN. DV. Los más escépticos en el seno del Gobierno han terminado por ganar el partido al optimismo antropológico del presidente Zapatero. Esta partida de mus ha terminado desbaratada sin cartas en la mano para jugar. El comunicado de ETA en el que ayer anunciaba la suspensión del alto el fuego permanente, aunque previsto en el guión de lo previsible desde el atentado de Barajas el 30 de diciembre, rompe definitivamente los últimos hilos de un proceso que llevaba meses cortocircuitado.

ETA ha roto la baraja del juego por la negativa del PSE y del PNV a avalar en una futura mesa de diálogo las reivindicaciones planteadas por la izquierda abertzale para el futuro de Navarra: que el órgano de cooperación entre la Comunidad Autónoma Vasca y la navarra se convirtiera en el plazo de dos años en un nuevo marco autonómico entre ambos territorios, con un compromiso expreso de los socialistas navarros para su puesta en marcha. Así lo establecía al menos una propuesta -recogida en un párrafo en un folio presentado a última hora- que fue planteada por Arnaldo Otegi y Rufi Etxeberria en las conversaciones el pasado 8 de noviembre, lo que provocó el rechazo del PNV y el PSE.

La rotunda oposición de los jel-tzales a esta exigencia -«como abertzales nos hubiéramos jugado el futuro en Navarra para dos generaciones», sostiene un burukide- descolocó en especial a Batasuna, que no había perdido la esperanza de que el PNV terminara por alinearse en favor de sus tesis en busca de un nuevo marco basado en el reconocimiento del derecho de decisión y de la territorialidad. En aquel encuentro, celebrado en Loiola, el socialista Rodolfo Ares amagó con abandonar la reunión ante el cariz de determinadas advertencias radicales. Una intención de la que le disuadió la representación del PNV, encabezada por Josu Jon Imaz. La cita celebrada el 10 de noviembre escenificó el desencuentro final tras una tormentosa discusión. Más adelante, en febrero, Batasuna detalló la propuesta al abogar por un referéndum en el año 2010, en el que el PSN debería hacer campaña por el 'sí', y unas elecciones conjuntas en Euskal Herria en el año 2011.

Las duras críticas de ETA al PNV en el comunicado, al que acusa de «traición», reflejan un nuevo divorcio similar al de las conversaciones de Txiberta, en abril de 1977, en las que el nacionalismo moderado optó por la vía institucional frente al rupturismo de la izquierda abertzale.

En realidad, tanto el PNV como el PSOE y el Gobierno central tenían asumida hace meses la posibilidad de este traumático final de viaje. La convicción más extendida es que ETA había decidido a finales de año volver a los atentados, que la acción de Barajas fue un primer aviso, con el resultado de dos muertos, pero que desde el verano ya se fueron concatenando determinadas decisiones y mensajes que presagiaban el peor de los desenlaces. Con el paso de los meses, ETA ha preferido ganar tiempo para ir preparando a las bases de la izquierda abertzale. Todo menos dejar que el fantasma de la frustración se apodere de nuevo del mundo radical, como lo hizo en 1999. Es por eso que ETA ha preferido esperar a conocer los resultados de ANV para contabilizar los votos como un aval a un «proceso» que saltó literalmente por los aires entre los escombros de Barajas.

El punto de inflexión se registró en noviembre. Incluso, los planes confidenciales tejidos entre bambalinas entre PSE, PNV y Batasuna para celebrar una conferencia de paz en diciembre de 2006 en San Sebastián, y que pretendía ser la tarjeta de presentación de la mesa de partidos. Al final Batasuna se echó para atrás.

En realidad, a lo largo de los últimos meses ETA ha estado recopilando pretextos y excusas para un escenario de ruptura del alto el fuego que ha venido madurándose en los últimos meses, incluso mediante determinadas puestas en escena -los tiros al aire en Aritxulegi-, algunas acciones -el robo de armas en Nimes el 23 de octubre- y una cadena de comunicados y mensajes que abonaban el discurso más pesimista. ETA seguía sin dar ninguna muestra de querer abandonar la violencia y los dirigentes de Batasuna, al parecer, intentaban sin éxito parar un tren que venía de frente y sin frenos.

Movimientos en verano

Es posible que el Gobierno tuviera una información de primera mano de lo que se estaba fraguando en el seno de la izquierda abertzale. No sólo por los informes de los servicios de inteligencia o de las fuerzas de seguridad, que detectaron los primeros movimientos operativos en verano. Los suizos del instituto de diálogo Henri Dunant han ejercido una ardua labor de intercambio de mensajes entre los emisarios del Gobierno y de ETA. El Ejecutivo intuía esta involución desde el verano y de ahí determinadas decisiones desconcertantes para la opinión pública. De ahí la «prisión atenuada» a Iñaki de Juana, que encerraba, más allá de su vertiente humanitaria, un evidente calado político para amortiguar una radicalización. O la decisión de la Fiscalía General del Estado y de la Abogacía del Estado por recurrir sólo la mitad de las listas de ANV en las elecciones municipales y forales. Un intento de dejar un portillo abierto y no romper los últimos hilos de comunicación.

Con la perspectiva del tiempo, los socialistas harán su propia autocrítica respecto al «proceso» frustrado. Los «sólidos cimientos» construídos antes del alto el fuego entre Josu Ternera y Jesús Eguiguren se han visto en parte alterados por algunas decisiones judiciales y por el férreo e implacable marcaje del PP, que han reducido el margen de maniobra de Zapatero. Tampoco tuvieron en cuenta la variable relación de fuerzas en el seno de ETA.

La organización terrorista nunca quiso que el Gobierno proyectase ante la opinión pública una 'paz por presos'. La izquierda abertzale ha ligado siempre un fin de la violencia a un proceso de contenidos políticos sobre el derecho de autodeterminación y la territorialidad. Por eso fuerza en septiembre la apertura de una negociación entre PNV, PSE y Batasuna en busca de un preacuerdo de una mesa de partidos. El 20 de septiembre se inicia ese diálogo, una vez que es el mismo Zapatero el que da luz verde a su comienzo, a pesar de los recelos del PNV, consciente de que se entraba en un terreno resbaladizo en el que no quedaba claro el principio de que «primero la paz, luego la política». Lo que viene después es casi la crónica de un descarrilamiento anunciado.

 

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