Otro punto de vista sobre las caras de Bélmez
Aunque pareciera que el "misterio" de Bélmez se está diluyendo, al menos no se está haciendo una saturación en su tratamiento, aún siguen "ocurriendo" cosas. No me refiero al hecho, ya de por sí misterioso, del anuncio del Ayuntamiento de Bélmez sobre la creación de un Centro de Interpretación de las Caras de Bélmez (¿qué será y cuál será su enfoque?) o a la firma, por parte del mismo consistorio, de un convenio con el SEIP (Sociedad Española de Investigaciones Paranormales) por el que se anuncia un estudio de la evolución del fenómeno. Como consecuencia de esto, ahora, este último anuncia nuevos hallazgos, nuevas caras, veremos...
Hubo, hace aproximadamente un año, un resurgir como resultado de una "experiencia" de hipnosis, esta formaba parte del programa Flashback realizado para el lucimiento de la "hipnótica personalidad" de Ricard Bru y sirvió para relacionar las caras con unas muertes sucedidas en el Cerro del Cabezo (Andújar-Jaén) durante la Guerra Civil. La "investigación" acabó, como no, en un libro ampliamente publicitado, escrito por Íker Jiménez y Luis Mariano Fernández: "Tumbas sin nombre". Volveré más adelante sobre este.
¿Tuvo algo que ver este resurgir con la enfermedad de María (la propietaria de la casa de las caras)? Quizá la respuesta a esta pregunta podría aclarar algo el misterio. Y que conste que yo no relaciono el fenómeno con teleplastias ni con experiencias cercanas a la muerte, más bien tiendo a pensar con mi compañero Fernando Frías que el asunto tiene que ver con caras y cemento, no con la aparición de caras en el cemento sino con caras tan duras como el cemento...
Dejaré a un lado mis opiniones, que posiblemente sólo me interesen a mí mismo, para tratar algunos aspectos de la cuestión que merecen un análisis detenido. Personalmente, cuando oigo hablar de las caras de Bélmez hay cosas que no me quedan claras, quizá sea muy puntilloso, pero si se pretende un mínimo de rigor es pertinente aclarar algunas cuestiones, sobre todo si estas son de principio.
En este artículo no voy a entrar en el juego de si las caras son un fraude que se ha hecho de esta manera o de otra, entre otras razones porque muchas han desaparecido y un mínimo sentido del rigor requeriría un análisis exhaustivo de cada una de ellas.
Así, mi reflexión irá dirigida a plantearnos la cuestión: cuando hablamos de Bélmez, ¿de qué estamos hablando? Debemos dejarlo claro, porque si no esto es un lío auténtico y abre un amplio abanico de posibilidades y, sobre todo, especulaciones e hipótesis que sólo contribuyen a generar una mayor confusión. Y, claro, hay especialistas en sacar beneficios económicos de la confusión. Quiero decir que en primer lugar debemos dejar clara la siguiente pregunta: ¿Qué "fenómeno" se pretende mostrar?
1. ¿Unas manchas que aparecen en una casita de un pueblo de Sierra Mágina en las que ocasionalmente se "reconocen" figuras humanas?
2. ¿Caras humanas que aparecen en la cocina de una casita de un pueblo de Sierra Mágina?
No es lo mismo el planteamiento 1 que el 2. Si es 1 no tengo ningún problema para asumirlo, entenderlo y usarlo como punto de partida, sobre todo porque no implican ningún misterio, lo misterioso sería no descubrir forma alguna antropomórfica (ver, por ejemplo, el libro de George Charpak y Henri Broch "Conviértase en brujo, conviértase en sabio", capítulo 3 Las coincidencias exageradas).
El caso 2 requeriría algo fundamental: una prueba de que eso ocurre tal y como se está planteando. Algo que haría indiscutible dicho fenómeno sería que en dicha cocina las únicas manchas presentes fuesen formas humanas (ya discutiremos más abajo qué se entiende por formas humanas); si no fuese estrictamente así podría ocurrir que nos encontrásemos en el caso 1, de manera que habría que establecer un criterio que nos permitiese distinguir 1 de 2, ¿se ha hecho? Posiblemente no, más bien se toma como un acontecimiento el hecho de detectar una forma que pueda relacionarse con una cara.
Otra posibilidad sería que las caras tuvieran una naturaleza distinta a las de las otras manchas lo cual sería, evidentemente, muy fácil de mostrar. Supongo que es ignorancia por mi parte pero tampoco es esto uno de los aspectos más habituales del enfoque del "misterio": la naturaleza de las caras. Esto implicaría que se hubiera hecho un seguimiento intensivo de las mismas, no con un simple catálogo de fotografías de aquellas que nos parezcan más llamativas sino de todas las manchas aparecidas (sería un trabajo ingente, pero...) con un análisis químico de las mismas que incluya, por ejemplo, una toma de muestras a distinta profundidad en el suelo y análisis de las mismas, todo ello realizado con un criterio preestablecido. También sería útil que en el estudio participaran especialistas en hormigón.
Una vez aclarada la naturaleza de las caras y su "realidad" como fenómeno lo mismo no habría que seguir hablando de ellas, no porque no haya argumentos para abordar el tema desde otro ángulo sino porque sencillamente no habría nada de lo que hablar. En definitiva, si no está demostrado que de lo que hablamos existe: ¿para qué seguir perdiendo el tiempo? Es absurdo con la cantidad de cosas interesantes a las que podemos dedicarnos, salvo que queramos hacer literatura de ficción y misterio, en este caso aclarémoslo y no hagamos perderlo a quien no le interese, o al menos no engañemos a los lectores de buena fe.
Sobre el origen de las caras pienso que habría que hacer referencia a una investigación encabezada por Jose Luis Jordán Peña, y formada por un equipo interdisciplinar cuyas especialidades irían desde la fotografía hasta la química del hormigón. En el libro del citado Jose Luis Jordán: "Casas encantadas. Poltergeist", encontramos una referencia este caso y su estudio que copiamos a continuación:
"[...]días después, con grandes titulares el diario que más hiciera por mitificar el asunto de Belmez, "aclara" a sus lectores: "SE ACABO EL MISTERIO" y sugiere, que la mezcla utilizada para ejecutar el fraude es, simplemente, una adición de Cloruro de Plata y Nitrato del mismo metal. Para "probar" su aserto, el señor Viñas prepara una maqueta de mortero fraguado de cemento, sobre el que pincela este preparado. Naturalmente esas sales viran de color en una gama de tonos pardos tras una exposición a la luz o mediante tratamiento con hidróxido sódico.
Pero lo que realmente demuestran los técnicos del diario es que "también" podría haberse realizado una imagen siguiendo esas pautas. Nuestro examen de las caras no reveló el menos rastro de haluros de plata y estamos en condiciones de negar que ese fuera el procedimiento empleado.
Por aquellos días, un departamento del Ministerio de Gobernación nos pidió que nombrásemos una comisión que integrase verdaderos técnicos en Química del Hormigón para realizar un estudio exhaustivo de esas manifestaciones y presentar un informe confidencial a las Autoridades.
Puesto que las formaciones pictóricas estaban trazadas sobre lechada de cemento, es obvio que la única autoridad capacitada para elevar un dictamen sobre los cambios moleculares que pueden tener lugar en una masa de hormigón, es un técnico en esta materia. Antes de polemizar acerca de si una imagen es o no teleplástica, había que preguntarse, ¿Qué pigmentos o qué estructura química poseen las áreas claras y oscuras que dan lugar a una imagen?
Consultamos previamente las pautas a seguir en nuestra investigación al organismo más calificado para opinar en materia de pigmentación y pintura: el Instituto de Conservación y restauración de Obras de Arte y Arqueología, correspondiente al Ministerio de Educación y Ciencia. Finalmente nuestra comisión quedó integrada por los señores don Tomás Torres Larumbe (Ingeniero de Caminos), Enrique Villagrasa (Ingeniero de Construcción), Román de Diego (Técnico en Química del Hormigón), Pedro Villaroig (Pintor), Antonio Sánchez Arjona (Psicólogo), doctor Juan Aguirre Ceberio (Médico) y Franco Muela Pedrara (Fotógrafo). Una empresa constructora: "Agroman" nos proporcionó todo tipo de asesoramientos referentes a la tecnología del hormigón.
El Gobernador Civil de Jaén, don José Ruiz de Quintana y Gordoa, que había recibido instrucciones del Ministerio nos facilitó la presentación a las autoridades del pueblo y el acceso a la vivienda de los Pereira. De ese modo pudimos hacer un examen de las dos figuras más importantes y recoger muestras de la superficie pictórica para analizarlas en Madrid.
Pero ocurrió algo que, desde el primer momento, influiría sobre nuestros criterios acerca de este suceso. Una autoridad local, sabiendo que estábamos comisionados por el Ministerio de Gobernación, y preocupado por la trascendencia que una versión deformada de los hechos pudiera tener en el futuro para el buen nombre de la población, nos hizo una confesión acerca del origen de aquellas pinturas y la implicación de un miembro de la familia de don Juan Pereira Sánchez en los hechos. Naturalmente, nos reservamos nuestra opinión sobre el relato. Era preciso contrastar, a la vista de los análisis espectrográficos y químico-isotópicos de las muestras, los resultados y examinar si éstos eran coherentes con la información confidencial que se nos había facilitado.
Y así fue en efecto: Lo que más llamaba la atención era la diferencia de tratamiento superficial de las dos imágenes. Mientras los rasgos faciales del "viejo" presentaban claros síntomas de haber sido pigmentados con una sustancia pardonegruzca y su realización pictórica presentaba típicos balbuceantes trazos de un artista novel, el rostro del infante aparecía perfilado por el grado de rugosidad en la misma superficie de la lechada de cemento. Un examen microscópico permitía definir las zonas oscuras como áreas de mínima rugosidad y por tanto muy reflectoras y brillantes debido a su aparente pulimentación, mientras que las zonas claras, presentaban un mayor nivel de abrasión, una mayor rugosidad.
En estas últimas condiciones, la difusión de los rayos luminosos se hace en todas direcciones y a los ojos de un observador parecen más claras o blanquecinas.
Un análisis espectrográfico reveló para esta última "cara" la acción agresora de un compuesto químico de los que integran ciertos preparados que se expanden en las droguerías para limpiar las manchas de cemento.
Respecto al rostro del "Señor de la Vida" se pudo determinar que su ejecución se realizó pincelando con una mezcla de hollín y vinagre; disolvente este último de carácter casero que se utiliza para quitar las manchas de fulígine; esas sustancias grasas que con la adición de cenizas y alquitranes empañan los hogares de tantas cocinas de pueblo.
Pudimos determinar incluso, el calibre de las cerdas que formaban el pincel utilizado para repasar la pintura ¿Hemos de concluir que las llamadas "caras de Belmez" no fueron otra cosa que un hábil fraude, montado para engañar a los forasteros? Nos negamos en absoluto a formular una acusación semejante contra la honrada familia de María Gómez Cámara. Probablemente, según nuestras referencias, todo empezó como una simple broma entre vecinas. Cuando la prensa y televisión intervienen, la timidez y el temor de quedar en ridículo induce a los moradores de la vivienda a guardar silencio. Poco después el caso alcanza resonancia nacional e internacional y ya es tarde para rectificar. Si existe alguna impostura, no es imputable a estas buenas gentes, que en contra de lo que se dijo en aquellos días, jamás se enriquecieron a costa de las "caras" sino a una persona irresponsable y sensacionalista.
Evidentemente nuestra tesis entra en flagrante conflicto con la teoría de don Germán de Argumosa. Pensamos que este parapsicólogo operó con toda honestidad y pulcritud en su línea de análisis. Él se dejo sorprender por la aparentemente impecable prueba de la habitación precintada. Tal vez si hubiera consultado a un buen químico le hubiera objetado que existen técnicas para tratar una superficie de cemento de modo que una imagen latente se revele al cabo de varios días. En cuanto a las psicofonías, sin recurrir al argumento de que las obtenidas en la cocina pudieran explicarse a través de los mil rumores casi subsónicos que atraviesan las paredes de una habitación, no debe olvidarse que tales registros pueden conseguirse en lugares heterogéneos sin la presencia de imágenes parahilográficas.
Una vez que las pasiones suscitadas ante las dos hipótesis alternativas -la de Argumosa a favor de la paranormalidad, y la nuestra que identificaba la formación de los rostros con causas naturales- se han adormecido, podemos preguntarnos, ¿quién llevaba razón?
Pensamos que una afirmación dogmática a favor de una u otra teoría adolecerá de parcialidad. Restan aun muchos puntos oscuros por clarificar. ¿Quién de entre los miembros de la familia ejecutó unos dibujos cuyos estilos pictóricos eran tan dispares? ¿Quién asesoró al artista o artistas para que utilizaran sofisticadas técnicas químicas que permitiesen la fijación progresiva de una imagen en una habitación precintada? ¿Pudieron tales pigmentos y agresores químicos del hormigón, haber sido aportados hiloclásticamente como postula don Germán de Argumosa...? [...]"
Es preciso decir que esta investigación es descartada por "investigadores" y/o parapsicólogos por ser poco rigurosa y con muchos puntos sin aclarar, me suena a mí eso de otras investigaciones... ¿Tendrá esto algo que ver con la paja en el ojo ajeno?
No hay que descartar que estas personas que ponen objeciones a las conclusiones de Jordán Peña estén en lo cierto. Así, tanto en el caso de esta investigación como de otras en este sentido estará bien reflexionar sobre si el fenómeno que se nos presenta puede ser sometido a prueba, a cuáles se le está sometiendo, cuáles se les han realizado a lo largo del tiempo, qué métodos se han empleado, qué controles se han impuesto, cuáles son los resultados, si son pertinentes otras pruebas,... la sólo "observación" visual de un fenómeno no garantiza nada.
En cuanto a los resultados obtenidos, habría que intentar comprobar si estadísticamente son consistentes con un fenómeno real, o ha sido simplemente una casualidad que no hemos controlado adecuadamente.
Por último, ¿se puede acceder al contenido completo del estudio realizado? Normalmente resulta sospechoso un estudio cuyo contenido es más un extracto que un informe completo.
En la actualidad se está llevando, al menos, una investigación tras la muerte de María Gómez Cámara, esta corre a cargo del SEIP tal y como mencioné más arriba. Dicha investigación, de la cual podemos algunos resultados en Convenio entre SEIP y Ayuntamiento de Bélmez y División en sectores de la casa de María podemos encontrar el comienzo de esta "investigación".
¿Qué "estudia" el SEIP? ¿Cúal es el diseño de su "investigación"? Según aparece en estos enlaces, concretamente en el "convenio" firmado con el Ayuntamiento, sólo se habla de hacer fotos, supongo que para compararlas con otras posteriores: ¿para qué? ¿qué se espera encontrar? ¿qué hechos confirmarían su hipótesis? (¡anda!, si no han hecho ninguna) ¿qué hechos la desmentirían? ¿qué controles impondrán?... Todo por una razón muy sencilla, es de suponer que su investigación consista en algo más que un pasatiempo típico de periódico: busquen las diferencias entre estas dos fotos, normalmente estos pasatiempos no tienen implicaciones parapsicológicas...
Veamos los pasos que seguirían a un diseño de este estilo, no sé si intencionada o ignorantemente, mal establecido. Supongamos que aparecen diferencias en fotos posteriores, supongamos que éstas tienen carácter antropomórfico (discutible), ¿qué haremos?; ¿intentaremos justificar su aparición a posteriori?; si no hemos controlado adecuadamente la formación ¿podremos elaborar una hipótesis completa sobre la formación?; si con la información de la que disponemos no podemos explicar estas "apariciones" ¿asignaremos un origen paranormal? Bien, la ventaja es que así llegaremos a una conclusión interesada a la parte, no en vano SEIP viene de Sociedad Española de Investigaciones Paranormales, ya tenemos trabajo, libros, publicaciones, programas de radio o televisión,...
Continuando con la crítica de la "investigación", difícilmente se podrá hacer un diseño experimental si no se aclara qué se espera estudiar, con lo que volvemos al inicio de este texto. Lógicamente dicho diseño aclarará cuál es el objetivo de esta "investigación".
Básicamente da la sensación, de nuevo, de que lo que se pretende es hacer un registro de, entre todas la "manchas", cuáles son de carácter antropomórfico, este registro carece de valor si no se acompaña de uno idéntico que incluya al resto de manchas ya que es necesario hacer un seguimiento estadístico.
Otro problema del diseño de la experiencia y que ya hemos apuntado en un par de ocasiones: ¿qué se considera forma antropomórfica? No sirve el criterio: "ahí se puede apreciar", "yo si lo veo", "hay que fijarse",... Habrá que definir claramente este concepto puesto que el resultado de una investigación no puede quedar al arbitrio del investigador, sobre todo si este puede estar interesado en obtener un tipo de resultado. Esta falta de criterio sobre qué sea una cara humana ha acabado, de hecho, en situaciones como que sin comerlo ni beberlo se escriban libros como Tumbas sin nombre , en el que directamente le buscan una vida, un pasado y una explicación a unas caras de las que todavía no se ha confirmado su origen "anormal". El libro es, eso sí, una perla empezando por su propia reseña: "En un experimento pionero coordinado por José Manuel G.Bautista y Rafael Cabello, utilizando avanzados programas informáticos policiales y con el asesoramiento de Salvador Ortega Mallén, fundador de la Policía Científica Española, se han obtenido pruebas sorprendentes." A ver si algún día tengo tiempo y hago un "experimento pionero" (bueno, ya sería el segundo) y aplico avanzados programas informáticos policiales a unas pelusillas que sospechosamente aparecen debajo de mi cama y que yo juraría que se parecen a Rajoy...
Y, claro, ahora resulta que el SEIP está obteniendo los primeros resultados y, por supuesto, van en la línea "anormal" que apuntaba anteriormente, podemos encontrarlos en Internet: Nuevas Caras. Aquí aparecen fotografías, comparaciones, hipótesis, metodología (que surge ahora, de pronto, cual cara), hipótesis (que uno ya se olía), etc.
Vamos a comentar el tema, no sin antes llamar la atención sobre una frase que me parece antológica: "Desde el punto de vista de la parapsicología, los fenómenos paranormales tienen una lógica psíquica y estarían potenciados por el efecto mental de los individuos", a mí es que esta literatura me emociona...
En primer lugar, las fotos en las que se comparan caras en formación y rostros más formados: aparte de la coloración de las fotografías, ¿hay alguna diferencia sustancial? No es que esta cuestión sea fundamental, no es ningún misterio que unas manchas de humedad evolucionen, pero ya dice mucho del tema si esto se presenta como un ¡hallazgo!
En segundo lugar, nos dicen que el estudio se centrará en tres variables, parece justo (incluso da un ligero toque de investigación seria), estos son: el suelo de la casa, la humedad y (como "no se concibe algo trascendental que pudiese causar un fenómeno paranormal sin la acción de la mente", otra gran frase sin significado y que sitúa fuera de la realidad demostrable aquello que se pone como objeto de estudio) el potencial psíquico de la dueña de la casa.
Claro que como María falleció y, parece ser que han aparecido nuevas caras, la última variable resulta difícil de comprobar (si es que fue posible en alguna ocasión); no hay problema, otra hipótesis: "al enfermar de manera irreversible el estado alterado de conciencia derivado de su enfermedad pudo detonar la aparición de las mismas". La consecuencia es que las nuevas hipótesis sirven como demostración de la veracidad de la anterior hipótesis. Es decir: se están construyendo castillos en el aire usando como material de construcción aire.
En cuanto a las referencias a los "laboratorios" (como si eso fuera sinónimo de rigor y credibilidad): muestras, ¿envases aislantes?, y demás no tienen ningún sentido ya que no se concreta nada sobre ellos: ni se explica qué se analiza, ni el método, ni los instrumentos, ni siquiera el objetivo, y lo que se insinúa lo es sin claridad alguna. En fin que seguimos con la misma situación mucho hablar por hablar, sin nada concreto y, por supuesto, sin fundamento.
Vemos, en definitiva, un amago de investigación sin objetivos, con unas conclusiones ya preestablecidas y que en ningún momento son puestas a prueba, de hecho cualquier acontecimiento es usado para confirmarlas. A mí si me dicen que la verdadera explicación es que hay muchas familias que comen de estos inventos y que su sustento depende de ellos, casi estaría tentado a callarme pero lo que no me gusta es que encima utilicen estos argumentos tan zafios y vacíos de contenido para ganarse el sustento descalificando a cualquiera que los critique exigiéndoles un poco de seriedad: es preferible ser un novelista que un investigador incompetente, ¿o no?
Hubo, hace aproximadamente un año, un resurgir como resultado de una "experiencia" de hipnosis, esta formaba parte del programa Flashback realizado para el lucimiento de la "hipnótica personalidad" de Ricard Bru y sirvió para relacionar las caras con unas muertes sucedidas en el Cerro del Cabezo (Andújar-Jaén) durante la Guerra Civil. La "investigación" acabó, como no, en un libro ampliamente publicitado, escrito por Íker Jiménez y Luis Mariano Fernández: "Tumbas sin nombre". Volveré más adelante sobre este.
¿Tuvo algo que ver este resurgir con la enfermedad de María (la propietaria de la casa de las caras)? Quizá la respuesta a esta pregunta podría aclarar algo el misterio. Y que conste que yo no relaciono el fenómeno con teleplastias ni con experiencias cercanas a la muerte, más bien tiendo a pensar con mi compañero Fernando Frías que el asunto tiene que ver con caras y cemento, no con la aparición de caras en el cemento sino con caras tan duras como el cemento...
Dejaré a un lado mis opiniones, que posiblemente sólo me interesen a mí mismo, para tratar algunos aspectos de la cuestión que merecen un análisis detenido. Personalmente, cuando oigo hablar de las caras de Bélmez hay cosas que no me quedan claras, quizá sea muy puntilloso, pero si se pretende un mínimo de rigor es pertinente aclarar algunas cuestiones, sobre todo si estas son de principio.
En este artículo no voy a entrar en el juego de si las caras son un fraude que se ha hecho de esta manera o de otra, entre otras razones porque muchas han desaparecido y un mínimo sentido del rigor requeriría un análisis exhaustivo de cada una de ellas.
Así, mi reflexión irá dirigida a plantearnos la cuestión: cuando hablamos de Bélmez, ¿de qué estamos hablando? Debemos dejarlo claro, porque si no esto es un lío auténtico y abre un amplio abanico de posibilidades y, sobre todo, especulaciones e hipótesis que sólo contribuyen a generar una mayor confusión. Y, claro, hay especialistas en sacar beneficios económicos de la confusión. Quiero decir que en primer lugar debemos dejar clara la siguiente pregunta: ¿Qué "fenómeno" se pretende mostrar?
1. ¿Unas manchas que aparecen en una casita de un pueblo de Sierra Mágina en las que ocasionalmente se "reconocen" figuras humanas?
2. ¿Caras humanas que aparecen en la cocina de una casita de un pueblo de Sierra Mágina?
No es lo mismo el planteamiento 1 que el 2. Si es 1 no tengo ningún problema para asumirlo, entenderlo y usarlo como punto de partida, sobre todo porque no implican ningún misterio, lo misterioso sería no descubrir forma alguna antropomórfica (ver, por ejemplo, el libro de George Charpak y Henri Broch "Conviértase en brujo, conviértase en sabio", capítulo 3 Las coincidencias exageradas).
El caso 2 requeriría algo fundamental: una prueba de que eso ocurre tal y como se está planteando. Algo que haría indiscutible dicho fenómeno sería que en dicha cocina las únicas manchas presentes fuesen formas humanas (ya discutiremos más abajo qué se entiende por formas humanas); si no fuese estrictamente así podría ocurrir que nos encontrásemos en el caso 1, de manera que habría que establecer un criterio que nos permitiese distinguir 1 de 2, ¿se ha hecho? Posiblemente no, más bien se toma como un acontecimiento el hecho de detectar una forma que pueda relacionarse con una cara.
Otra posibilidad sería que las caras tuvieran una naturaleza distinta a las de las otras manchas lo cual sería, evidentemente, muy fácil de mostrar. Supongo que es ignorancia por mi parte pero tampoco es esto uno de los aspectos más habituales del enfoque del "misterio": la naturaleza de las caras. Esto implicaría que se hubiera hecho un seguimiento intensivo de las mismas, no con un simple catálogo de fotografías de aquellas que nos parezcan más llamativas sino de todas las manchas aparecidas (sería un trabajo ingente, pero...) con un análisis químico de las mismas que incluya, por ejemplo, una toma de muestras a distinta profundidad en el suelo y análisis de las mismas, todo ello realizado con un criterio preestablecido. También sería útil que en el estudio participaran especialistas en hormigón.
Una vez aclarada la naturaleza de las caras y su "realidad" como fenómeno lo mismo no habría que seguir hablando de ellas, no porque no haya argumentos para abordar el tema desde otro ángulo sino porque sencillamente no habría nada de lo que hablar. En definitiva, si no está demostrado que de lo que hablamos existe: ¿para qué seguir perdiendo el tiempo? Es absurdo con la cantidad de cosas interesantes a las que podemos dedicarnos, salvo que queramos hacer literatura de ficción y misterio, en este caso aclarémoslo y no hagamos perderlo a quien no le interese, o al menos no engañemos a los lectores de buena fe.
Sobre el origen de las caras pienso que habría que hacer referencia a una investigación encabezada por Jose Luis Jordán Peña, y formada por un equipo interdisciplinar cuyas especialidades irían desde la fotografía hasta la química del hormigón. En el libro del citado Jose Luis Jordán: "Casas encantadas. Poltergeist", encontramos una referencia este caso y su estudio que copiamos a continuación:
"[...]días después, con grandes titulares el diario que más hiciera por mitificar el asunto de Belmez, "aclara" a sus lectores: "SE ACABO EL MISTERIO" y sugiere, que la mezcla utilizada para ejecutar el fraude es, simplemente, una adición de Cloruro de Plata y Nitrato del mismo metal. Para "probar" su aserto, el señor Viñas prepara una maqueta de mortero fraguado de cemento, sobre el que pincela este preparado. Naturalmente esas sales viran de color en una gama de tonos pardos tras una exposición a la luz o mediante tratamiento con hidróxido sódico.
Pero lo que realmente demuestran los técnicos del diario es que "también" podría haberse realizado una imagen siguiendo esas pautas. Nuestro examen de las caras no reveló el menos rastro de haluros de plata y estamos en condiciones de negar que ese fuera el procedimiento empleado.
Por aquellos días, un departamento del Ministerio de Gobernación nos pidió que nombrásemos una comisión que integrase verdaderos técnicos en Química del Hormigón para realizar un estudio exhaustivo de esas manifestaciones y presentar un informe confidencial a las Autoridades.
Puesto que las formaciones pictóricas estaban trazadas sobre lechada de cemento, es obvio que la única autoridad capacitada para elevar un dictamen sobre los cambios moleculares que pueden tener lugar en una masa de hormigón, es un técnico en esta materia. Antes de polemizar acerca de si una imagen es o no teleplástica, había que preguntarse, ¿Qué pigmentos o qué estructura química poseen las áreas claras y oscuras que dan lugar a una imagen?
Consultamos previamente las pautas a seguir en nuestra investigación al organismo más calificado para opinar en materia de pigmentación y pintura: el Instituto de Conservación y restauración de Obras de Arte y Arqueología, correspondiente al Ministerio de Educación y Ciencia. Finalmente nuestra comisión quedó integrada por los señores don Tomás Torres Larumbe (Ingeniero de Caminos), Enrique Villagrasa (Ingeniero de Construcción), Román de Diego (Técnico en Química del Hormigón), Pedro Villaroig (Pintor), Antonio Sánchez Arjona (Psicólogo), doctor Juan Aguirre Ceberio (Médico) y Franco Muela Pedrara (Fotógrafo). Una empresa constructora: "Agroman" nos proporcionó todo tipo de asesoramientos referentes a la tecnología del hormigón.
El Gobernador Civil de Jaén, don José Ruiz de Quintana y Gordoa, que había recibido instrucciones del Ministerio nos facilitó la presentación a las autoridades del pueblo y el acceso a la vivienda de los Pereira. De ese modo pudimos hacer un examen de las dos figuras más importantes y recoger muestras de la superficie pictórica para analizarlas en Madrid.
Pero ocurrió algo que, desde el primer momento, influiría sobre nuestros criterios acerca de este suceso. Una autoridad local, sabiendo que estábamos comisionados por el Ministerio de Gobernación, y preocupado por la trascendencia que una versión deformada de los hechos pudiera tener en el futuro para el buen nombre de la población, nos hizo una confesión acerca del origen de aquellas pinturas y la implicación de un miembro de la familia de don Juan Pereira Sánchez en los hechos. Naturalmente, nos reservamos nuestra opinión sobre el relato. Era preciso contrastar, a la vista de los análisis espectrográficos y químico-isotópicos de las muestras, los resultados y examinar si éstos eran coherentes con la información confidencial que se nos había facilitado.
Y así fue en efecto: Lo que más llamaba la atención era la diferencia de tratamiento superficial de las dos imágenes. Mientras los rasgos faciales del "viejo" presentaban claros síntomas de haber sido pigmentados con una sustancia pardonegruzca y su realización pictórica presentaba típicos balbuceantes trazos de un artista novel, el rostro del infante aparecía perfilado por el grado de rugosidad en la misma superficie de la lechada de cemento. Un examen microscópico permitía definir las zonas oscuras como áreas de mínima rugosidad y por tanto muy reflectoras y brillantes debido a su aparente pulimentación, mientras que las zonas claras, presentaban un mayor nivel de abrasión, una mayor rugosidad.
En estas últimas condiciones, la difusión de los rayos luminosos se hace en todas direcciones y a los ojos de un observador parecen más claras o blanquecinas.
Un análisis espectrográfico reveló para esta última "cara" la acción agresora de un compuesto químico de los que integran ciertos preparados que se expanden en las droguerías para limpiar las manchas de cemento.
Respecto al rostro del "Señor de la Vida" se pudo determinar que su ejecución se realizó pincelando con una mezcla de hollín y vinagre; disolvente este último de carácter casero que se utiliza para quitar las manchas de fulígine; esas sustancias grasas que con la adición de cenizas y alquitranes empañan los hogares de tantas cocinas de pueblo.
Pudimos determinar incluso, el calibre de las cerdas que formaban el pincel utilizado para repasar la pintura ¿Hemos de concluir que las llamadas "caras de Belmez" no fueron otra cosa que un hábil fraude, montado para engañar a los forasteros? Nos negamos en absoluto a formular una acusación semejante contra la honrada familia de María Gómez Cámara. Probablemente, según nuestras referencias, todo empezó como una simple broma entre vecinas. Cuando la prensa y televisión intervienen, la timidez y el temor de quedar en ridículo induce a los moradores de la vivienda a guardar silencio. Poco después el caso alcanza resonancia nacional e internacional y ya es tarde para rectificar. Si existe alguna impostura, no es imputable a estas buenas gentes, que en contra de lo que se dijo en aquellos días, jamás se enriquecieron a costa de las "caras" sino a una persona irresponsable y sensacionalista.
Evidentemente nuestra tesis entra en flagrante conflicto con la teoría de don Germán de Argumosa. Pensamos que este parapsicólogo operó con toda honestidad y pulcritud en su línea de análisis. Él se dejo sorprender por la aparentemente impecable prueba de la habitación precintada. Tal vez si hubiera consultado a un buen químico le hubiera objetado que existen técnicas para tratar una superficie de cemento de modo que una imagen latente se revele al cabo de varios días. En cuanto a las psicofonías, sin recurrir al argumento de que las obtenidas en la cocina pudieran explicarse a través de los mil rumores casi subsónicos que atraviesan las paredes de una habitación, no debe olvidarse que tales registros pueden conseguirse en lugares heterogéneos sin la presencia de imágenes parahilográficas.
Una vez que las pasiones suscitadas ante las dos hipótesis alternativas -la de Argumosa a favor de la paranormalidad, y la nuestra que identificaba la formación de los rostros con causas naturales- se han adormecido, podemos preguntarnos, ¿quién llevaba razón?
Pensamos que una afirmación dogmática a favor de una u otra teoría adolecerá de parcialidad. Restan aun muchos puntos oscuros por clarificar. ¿Quién de entre los miembros de la familia ejecutó unos dibujos cuyos estilos pictóricos eran tan dispares? ¿Quién asesoró al artista o artistas para que utilizaran sofisticadas técnicas químicas que permitiesen la fijación progresiva de una imagen en una habitación precintada? ¿Pudieron tales pigmentos y agresores químicos del hormigón, haber sido aportados hiloclásticamente como postula don Germán de Argumosa...? [...]"
Es preciso decir que esta investigación es descartada por "investigadores" y/o parapsicólogos por ser poco rigurosa y con muchos puntos sin aclarar, me suena a mí eso de otras investigaciones... ¿Tendrá esto algo que ver con la paja en el ojo ajeno?
No hay que descartar que estas personas que ponen objeciones a las conclusiones de Jordán Peña estén en lo cierto. Así, tanto en el caso de esta investigación como de otras en este sentido estará bien reflexionar sobre si el fenómeno que se nos presenta puede ser sometido a prueba, a cuáles se le está sometiendo, cuáles se les han realizado a lo largo del tiempo, qué métodos se han empleado, qué controles se han impuesto, cuáles son los resultados, si son pertinentes otras pruebas,... la sólo "observación" visual de un fenómeno no garantiza nada.
En cuanto a los resultados obtenidos, habría que intentar comprobar si estadísticamente son consistentes con un fenómeno real, o ha sido simplemente una casualidad que no hemos controlado adecuadamente.
Por último, ¿se puede acceder al contenido completo del estudio realizado? Normalmente resulta sospechoso un estudio cuyo contenido es más un extracto que un informe completo.
En la actualidad se está llevando, al menos, una investigación tras la muerte de María Gómez Cámara, esta corre a cargo del SEIP tal y como mencioné más arriba. Dicha investigación, de la cual podemos algunos resultados en Convenio entre SEIP y Ayuntamiento de Bélmez y División en sectores de la casa de María podemos encontrar el comienzo de esta "investigación".
¿Qué "estudia" el SEIP? ¿Cúal es el diseño de su "investigación"? Según aparece en estos enlaces, concretamente en el "convenio" firmado con el Ayuntamiento, sólo se habla de hacer fotos, supongo que para compararlas con otras posteriores: ¿para qué? ¿qué se espera encontrar? ¿qué hechos confirmarían su hipótesis? (¡anda!, si no han hecho ninguna) ¿qué hechos la desmentirían? ¿qué controles impondrán?... Todo por una razón muy sencilla, es de suponer que su investigación consista en algo más que un pasatiempo típico de periódico: busquen las diferencias entre estas dos fotos, normalmente estos pasatiempos no tienen implicaciones parapsicológicas...
Veamos los pasos que seguirían a un diseño de este estilo, no sé si intencionada o ignorantemente, mal establecido. Supongamos que aparecen diferencias en fotos posteriores, supongamos que éstas tienen carácter antropomórfico (discutible), ¿qué haremos?; ¿intentaremos justificar su aparición a posteriori?; si no hemos controlado adecuadamente la formación ¿podremos elaborar una hipótesis completa sobre la formación?; si con la información de la que disponemos no podemos explicar estas "apariciones" ¿asignaremos un origen paranormal? Bien, la ventaja es que así llegaremos a una conclusión interesada a la parte, no en vano SEIP viene de Sociedad Española de Investigaciones Paranormales, ya tenemos trabajo, libros, publicaciones, programas de radio o televisión,...
Continuando con la crítica de la "investigación", difícilmente se podrá hacer un diseño experimental si no se aclara qué se espera estudiar, con lo que volvemos al inicio de este texto. Lógicamente dicho diseño aclarará cuál es el objetivo de esta "investigación".
Básicamente da la sensación, de nuevo, de que lo que se pretende es hacer un registro de, entre todas la "manchas", cuáles son de carácter antropomórfico, este registro carece de valor si no se acompaña de uno idéntico que incluya al resto de manchas ya que es necesario hacer un seguimiento estadístico.
Otro problema del diseño de la experiencia y que ya hemos apuntado en un par de ocasiones: ¿qué se considera forma antropomórfica? No sirve el criterio: "ahí se puede apreciar", "yo si lo veo", "hay que fijarse",... Habrá que definir claramente este concepto puesto que el resultado de una investigación no puede quedar al arbitrio del investigador, sobre todo si este puede estar interesado en obtener un tipo de resultado. Esta falta de criterio sobre qué sea una cara humana ha acabado, de hecho, en situaciones como que sin comerlo ni beberlo se escriban libros como Tumbas sin nombre , en el que directamente le buscan una vida, un pasado y una explicación a unas caras de las que todavía no se ha confirmado su origen "anormal". El libro es, eso sí, una perla empezando por su propia reseña: "En un experimento pionero coordinado por José Manuel G.Bautista y Rafael Cabello, utilizando avanzados programas informáticos policiales y con el asesoramiento de Salvador Ortega Mallén, fundador de la Policía Científica Española, se han obtenido pruebas sorprendentes." A ver si algún día tengo tiempo y hago un "experimento pionero" (bueno, ya sería el segundo) y aplico avanzados programas informáticos policiales a unas pelusillas que sospechosamente aparecen debajo de mi cama y que yo juraría que se parecen a Rajoy...
Y, claro, ahora resulta que el SEIP está obteniendo los primeros resultados y, por supuesto, van en la línea "anormal" que apuntaba anteriormente, podemos encontrarlos en Internet: Nuevas Caras. Aquí aparecen fotografías, comparaciones, hipótesis, metodología (que surge ahora, de pronto, cual cara), hipótesis (que uno ya se olía), etc.
Vamos a comentar el tema, no sin antes llamar la atención sobre una frase que me parece antológica: "Desde el punto de vista de la parapsicología, los fenómenos paranormales tienen una lógica psíquica y estarían potenciados por el efecto mental de los individuos", a mí es que esta literatura me emociona...
En primer lugar, las fotos en las que se comparan caras en formación y rostros más formados: aparte de la coloración de las fotografías, ¿hay alguna diferencia sustancial? No es que esta cuestión sea fundamental, no es ningún misterio que unas manchas de humedad evolucionen, pero ya dice mucho del tema si esto se presenta como un ¡hallazgo!
En segundo lugar, nos dicen que el estudio se centrará en tres variables, parece justo (incluso da un ligero toque de investigación seria), estos son: el suelo de la casa, la humedad y (como "no se concibe algo trascendental que pudiese causar un fenómeno paranormal sin la acción de la mente", otra gran frase sin significado y que sitúa fuera de la realidad demostrable aquello que se pone como objeto de estudio) el potencial psíquico de la dueña de la casa.
Claro que como María falleció y, parece ser que han aparecido nuevas caras, la última variable resulta difícil de comprobar (si es que fue posible en alguna ocasión); no hay problema, otra hipótesis: "al enfermar de manera irreversible el estado alterado de conciencia derivado de su enfermedad pudo detonar la aparición de las mismas". La consecuencia es que las nuevas hipótesis sirven como demostración de la veracidad de la anterior hipótesis. Es decir: se están construyendo castillos en el aire usando como material de construcción aire.
En cuanto a las referencias a los "laboratorios" (como si eso fuera sinónimo de rigor y credibilidad): muestras, ¿envases aislantes?, y demás no tienen ningún sentido ya que no se concreta nada sobre ellos: ni se explica qué se analiza, ni el método, ni los instrumentos, ni siquiera el objetivo, y lo que se insinúa lo es sin claridad alguna. En fin que seguimos con la misma situación mucho hablar por hablar, sin nada concreto y, por supuesto, sin fundamento.
Vemos, en definitiva, un amago de investigación sin objetivos, con unas conclusiones ya preestablecidas y que en ningún momento son puestas a prueba, de hecho cualquier acontecimiento es usado para confirmarlas. A mí si me dicen que la verdadera explicación es que hay muchas familias que comen de estos inventos y que su sustento depende de ellos, casi estaría tentado a callarme pero lo que no me gusta es que encima utilicen estos argumentos tan zafios y vacíos de contenido para ganarse el sustento descalificando a cualquiera que los critique exigiéndoles un poco de seriedad: es preferible ser un novelista que un investigador incompetente, ¿o no?
Publicado en El Escéptico Digital Nº 7
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